La diversidad climática de Chile, marcada por desiertos, cordilleras, valles y zonas australes, obliga a repensar la forma de construir para una mejor adaptación. Con la nueva reglamentación térmica, el país dará un salto desde un estándar generalizado hacia exigencias diferenciadas por región y orientaciones, buscando viviendas más confortables, eficientes y adaptadas a las realidades de cada territorio.
El 28 de noviembre de este año marcará un cambio trascendental en la forma de construir en Chile. Ese día entrará en vigencia la tercera etapa de la Reglamentación Térmica, impulsada por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), que amplía de 7 a 9 las zonas climáticas en que se divide el país para efectos de edificación. Esta nueva zonificación permitirá adaptar la edificación a las exigencias de aislación térmica, ganancias solares, ventilación y estándar de hermeticidad según las particularidades de cada región: desde los climas áridos del norte hasta los más fríos y húmedos del sur.
La nueva exigencia busca dar una respuesta más precisa a la diversidad de microclimas que presenta el país, considerando factores como la temperatura, la oscilación térmica, la humedad, la latitud, la topografía, la vegetación y la cercanía al mar. En la práctica, esto se traducirá en viviendas más confortables, con menor demanda de calefacción, mayor eficiencia energética y una reducción de emisiones contaminantes.
“Estamos frente a un cambio estructural en la forma de diseñar y construir en Chile. Al adaptar la edificación a las exigencias de las distintas realidades regionales, damos un paso decisivo hacia viviendas más eficientes y más confortables para las familias, acercándonos a estándares europeos y norteamericanos”, señala Soledad Vargas, gerente de Construcción Sustentable de Arkenergía.
Las regiones del norte del país, caracterizadas por climas áridos y desérticos, enfrentarán un escenario dual: altas temperaturas durante el día y bajas en la noche. La nueva normativa permitirá mejorar la aislación para retener el calor nocturno y a través de las exigencias de tasas de ventilación hacer más eficientes los sistemas de climatización pasiva. Si bien el foco de la reglamentación está en reducir la demanda de calefacción en al menos un 30%, en el norte se deberá contemplar estrategias de enfriamiento pasivo para poder lograr una buena letra de la Calificación Energética de Viviendas (CEV) —obligatoria desde octubre—, ya que incorpora parámetros para evaluar el desempeño en zonas con alta radiación solar. En la práctica, esto obligará a considerar vidrios con control solar y fachadas bien orientadas para disminuir la demanda de refrigeración.
La zona centro concentra la mayor diversidad de climas, microclimas y realidades urbanas. Aquí, las exigencias apuntan a mejorar la aislación en muros y techos para enfrentar inviernos fríos y húmedos, mientras que en verano los cuales son más largos y secos, será clave la orientación de las fachadas y el uso de estrategias de arquitectura pasiva como protección solar o tecnologías —por ejemplo, vidrios especiales— para evitar el sobrecalentamiento.
El sur del país, donde predominan los inviernos largos, fríos y húmedos, será quizás la zona con mayores beneficios prácticos. La normativa exige reforzar la aislación exterior para evitar pérdidas de calor y reducir el riesgo de condensación en muros y techumbres, un problema frecuente en esta parte del territorio. La orientación de los proyectos cobrará aún más importancia, privilegiando la captación solar durante el día para calefaccionar de manera pasiva. En paralelo, las ventanas de alta tecnología, como los vidrios de baja emisividad (Low-E), serán fundamentales para mantener la temperatura interior y asegurar el confort de los hogares.
“El cambio más significativo se dará en zonas que hasta hoy no estaban cubiertas por los planes de descontaminación atmosférica. Por ejemplo, en las zonas costeras de la IV y V Región, que actualmente ni siquiera requieren aislación en muros, ahora deberán incorporarla, lo que representa un salto de más de 70% en el estándar térmico actual de las viviendas. Este nuevo escenario supone además un gran desafío para toda la industria de la construcción, que deberá adaptarse revisando sus soluciones constructivas, implementando nuevas tecnologías, fortaleciendo la capacitación de profesionales y manteniéndose al día con la documentación requerida. Para evitar sobrecostos, se recomienda un trabajo multidisciplinario desde etapas tempranas, integrando a arquitectos, ingenieros y constructores en la planificación”, concluye Soledad Vargas.










